Biblia Viva

...la Biblia de Jerusalén

I Macabeos 2, 4-68

4 Judas, llamado Macabeo;

5 Eleazar, llamado Avarán; y Jonatán, llamado Affús.

6 Al ver las impiedades que en Judá y en Jerusalén se cometían,

7 exclamó: «¡Ay de mí! ¿He nacido para ver la ruina de mi pueblo y
la ruina de la ciudad santa, y para estarme allí cuando es
entregada en
manos de enemigos y su santuario en poder de extraños?

8 Ha quedado su Templo como hombre sin honor,

9 los objetos que eran su gloria, llevados como botín, muertos en las
plazas sus niños, y sus jóvenes por espada enemiga.

10 ¿Qué pueblo no ha venido a heredar su reino

11 y a entrar en posesión de sus despojos? Todos sus adornos le han
sido arrancados y de libre que era, ha pasado a ser esclava.

12 Mirad nuestro santuario, nuestra hermosura y nuestra gloria,
convertido en desierto, miradlo profanado de los gentiles.

13 ¿Para qué vivir más?»

14 Matatías y sus hijos rasgaron sus vestidos, se vistieron de sayal y
se entregaron a un profundo dolor.

15 Los enviados del rey, encargados de imponer la apostasía, llegaron
a la ciudad de Modín para los sacrificios.

16 Muchos israelitas acudieron donde ellos. También Matatías y sus
hijos fueron convocados.

17 Tomando entonces la palabra los enviados del rey, se dirigieron a
Matatías y le dijeron: «Tú eres jefe ilustre y poderoso en esta ciudad y estás
bien apoyado de hijos y hermanos.

18 Acércate, pues, el primero y cumple la orden del rey, como la han
cumplido todas las naciones, los notables de Judá y los que han quedado en
Jerusalén. Entonces tú y tus hijos seréis contados entre los amigos del rey, y
os veréis honrados, tú y tus hijos, con plata, oro y muchas dádivas.»

19 Matatías contestó con fuerte voz: «Aunque todas las naciones que
forman el imperio del rey le obedezcan hasta abandonar cada uno el culto
de sus padres y acaten sus órdenes,


20 yo, mis hijos y mis hermanos nos mantendremos en la alianza de
nuestros padres.

21 El Cielo nos guarde de abandonar la Ley y los preceptos.

22 No obedeceremos las órdenes del rey para desviarnos de nuestro
culto ni a la derecha ni a la izquierda.»

23 Apenas había concluido de pronunciar estas palabras, cuando un
judío se adelantó, a la vista de todos, para sacrificar en el altar de Modín,
conforme al decreto real.

24 Al verle Matatías, se inflamó en celo y se estremecieron sus
entrañas. Encendido en justa cólera, corrió y le degolló sobre el altar.

25 Al punto mató también al enviado del rey que obligaba a sacrificar
y destruyó el altar.

26 Emuló en su celo por la Ley la gesta de Pinjás contra Zimrí, el hijo
de Salú.

27 Luego, con fuerte voz, gritó Matatías por la ciudad: «Todo aquel
que sienta celo por la Ley y mantenga la alianza, que me siga.»

28 Y dejando en la ciudad cuanto poseían, huyeron él y sus hijos a las
montañas.

29 Por entonces muchos, preocupados por la justicia y la equidad,
bajaron al desierto para establecerse allí

30 con sus mujeres, sus hijos y sus ganados, porque los males
duramente les oprimían.

31 La gente del rey y la tropa que estaba en Jerusalén, en la Ciudad
de David, recibieron la denuncia de que unos hombres que habían
rechazado el mandato del rey habían bajado a los lugares ocultos del
desierto.

32 Muchos corrieron tras ellos y los alcanzaron. Los cercaron y se
prepararon para atacarles el día del sábado.

33 Les dijeron: «Basta ya, salid, obedeced la orden del rey y salvaréis
vuestras vidas.»

34 Ellos les contestaron: «No saldremos ni obedeceremos la orden del
rey de profanar el día de sábado.»

35 Asaltados al instante,

36 no replicaron ni arrojando piedras ni atrincherando sus cuevas.

Dijeron:

37 «Muramos todos en nuestra rectitud. El cielo y la tierra nos son
testigos de que nos matáis injustamente.»

38 Les atacaron, pues, en sábado y murieron ellos, sus mujeres, hijos
y ganados: unas mil personas.

39 Lo supieron Matatías y sus amigos y sintieron por ellos gran pesar.


40 Pero se dijeron: «Si todos nos comportamos como nuestros
hermanos y no peleamos contra los gentiles por nuestras vidas y
nuestras
costumbres, muy pronto nos exterminarán de la tierra.»

41 Aquel mismo día tomaron el siguiente acuerdo: «A todo aquel que
venga a atacarnos en día de sábado, le haremos frente para no morir todos
como murieron nuestros hermanos en las cuevas.»

42 Se les unió por entonces el grupo de los asideos, israelitas
valientes y entregados de corazón a la Ley.

43 Además, todos aquellos que querían escapar de los males, se les
juntaron y les ofrecieron su apoyo.

44 Formaron así un ejército e hirieron en su ira a los pecadores, y a
los impíos en su furor. Los restantes tuvieron que huir a tierra de gentiles
buscando su salvación.

45 Matatías y sus amigos hicieron correrías destruyendo altares,

46 obligando a circuncidar cuantos niños incircuncisos hallaron en el
territorio de Israel

47 y persiguiendo a los insolentes. La empresa prosperó en sus
manos:

48 arrancaron la Ley de mano de gentiles y reyes, y no consintieron
que el pecador se impusiera.

49 Los días de Matatías se acercaban a su fin. Dijo entonces a sus
hijos: «Ahora reina la insolencia y la reprobación, es tiempo de ruina y de
violenta Cólera.

50 Ahora, hijos, mostrad vuestro celo por la Ley; dad vuestra vida por
la alianza de nuestros padres.

51 Recordad las gestas que en su tiempo nuestros padres realizaron;
alcanzaréis inmensa gloria, inmortal nombre.

52 ¿No fue hallado Abraham fiel en la prueba y se le reputó por
justicia?

53 José, en el tiempo de su angustia, observó la Ley y vino a ser señor
de Egipto.

54 Pinjás, nuestro padre, por su ardiente celo, alcanzó la alianza de un
sacerdocio eterno.

55 Josué, por cumplir su mandato, llegó a ser juez en Israel.

56 Caleb, por su testimonio en la asamblea, obtuvo una herencia en
esta tierra.

57 David, por su piedad, heredó un trono real para siempre.

58 Elías, por su ardiente celo por la Ley, fue arrebatado al cielo.

59 Ananías, Azarías, Misael, por haber tenido confianza, se salvaron
de las llamas.

60 Daniel por su rectitud, escapó de las fauces de los leones.


61 Advertid, pues, que de generación en generación todos los que
esperan en El jamás sucumben.

62 No temáis amenazas de hombre pecador: su gloria parará en
estiércol y gusanos;

63 estará hoy encumbrado y mañana no se le encontrará: habrá vuelto
a su polvo y sus maquinaciones se desvanecerán.

64 Hijos, sed fuertes y manteneos firmes en la Ley, que en ella
hallaréis gloria.

65 Ahí tenéis a Simeón, vuestro hermano. Sé que es hombre sensato;
escuchadle siempre: él será vuestro padre.

66 Tenéis a Judas Macabeo, valiente desde su mocedad: él será jefe
de vuestro ejército y dirigirá la guerra contra los pueblos.

67 Vosotros, atraeos a cuantos obervan la Ley, vengad a vuestro
pueblo,

68 devolved a los gentiles el mal que os han hecho y observad los
preceptos de la Ley.»